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sábado, 30 de octubre de 2010

Poemas para Itxaso II-Orfeo en el Hades





El día que de nuevo la voz de Hades

oí y me encaminé hacia el infierno

vi tus ojos brillar sólo un momento

Ingenuo yo pensé

es mi Eurídice

que viene a liberarme del Averno

Soñé


Yo creí que eras un ángel

Y viví algunos días en el sueño

que se fué transformando en pesadilla



He lavado las calles con mis lágrimas

Regreso a merodear mis laberintos

A refugiarme en el abismo yo regreso

Rescatando mis máscaras he vuelto



Nada mi amor yo te he pedido

Sólo ver reflejado en tus ojos

un rayo que del sol traje hace ya tiempo

No sé porqué los has cerrado

porqué volviste a hacerme sólo barro



(Mateo Santamarta)




Orfeo en el Hades, t.mx-tela, 162x130, 2006, obra de Mateo Santamarta

sábado, 23 de octubre de 2010

Poemas para Itxaso > Mateo Santamarta




Vuelvo desterrado de otros mundos

He caído como el ángel del orgullo

Cómo andar por éste yermo inconocido...

Soy funámbulo sin alambre ni equilibrio



Quiero esquivar las miradas

la belleza

vuelvo a arar el suelo con mis ojos



Me muevo simulando que estoy vivo



Ni siquiera la muerte acogedora

me parece refugio conveniente

Que diría la apacible si me viera

cabizbajo y derrotado ante su puerta



Me creeríais si os digo que en mi pecho

no hay nada que palpite

que estoy hueco

Que el aire que penetra en mis pulmones

me aprovecha lo mismo que el veneno



Necesito tu voz

tus ojos

tu sonrisa

Tú mi Mar

el Principio

tú La Fuente

Necesito perderme en tus entrañas

Tú mi Amor

mi Final

Tú mi Horizonte



(Mateo Santamarta)

  
        

Ícaro caído, t.mx-tela, 114x146, 2005, obra de Mateo Santamarta.

domingo, 10 de octubre de 2010

Borges en La casa de Asterión


“No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho , es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez; arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir unas galerías de las otras. Ignoro quienes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto.

¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?



El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El Minotauro apenas se defendió.”



Jorge Luis Borges. (La casa de Asterión)

Asterión abatido, t.mx./tela, 100x81, 2005. Obra de Mateo Santamarta.