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sábado, 19 de septiembre de 2015

Monólogo de Casandra > Wyslawa Szymborska


La Sibila Délfica de Miguel Ángel Podría ser una representación de Casandra

Casandra -hija de Hécuba y de Príamo- recibe de Apolo -que la ama- el don de la profecía a cambio de un encuentro carnal o del matrimonio -no está muy claro-. Le es concedido ese don pero Casandra no cumple lo prometido a Apolo que, indignado, mantiene su don pero la condena a que sus profecías no sean creídas. 
Casandra alerta del peligro de introducir el Caballo -regalo de los aqueos- en Troya, lo que acarrearía la caída y destrucción de la ciudad . No la escuchan. Las consecuencias las conocemos tod@s.
También alertó sobre el asesinato de Agamenón a manos de su esposa que acarrearía también su propia muerte. Tampoco fue creída y los dos -ella, que ha sido entregada como botín de guerra, y Agamenón- murieron a manos de Clitemnestra -esposa de Agamenón- y Egisto - su amante.
***

MONÓLOGO DE CASANDRA

Soy yo, Casandra.
Y ésta es mi ciudad bajo las cenizas.
Y éste es mi bastón y éstas mis cintas de profeta.
Y ésta es mi cabeza llena de dudas.
Es verdad, triunfo.
Mi cordura llega a golpear el cielo con un rojo resplandor.
Sólo los profetas que no son creídos 
tienen esas vistas.
Sólo aquellos que empezamos a hacer mal las cosas,
y todo podría haberse cumplido tan pronto
como si nunca hubieran existido.
Ahora recuerdo con claridad
como la gente, al verme, callaba en mitad de la frase.
La risa se cortaba.
Se separaban las manos.
Los niños corrían hacia sus madres.
Ni siquiera conocía sus efímeros nombres.
Y esa canción sobre la hoja verde...
nadie la terminó en mi presencia.
Yo los amaba.
Pero los amaba desde lo alto.
Desde encima de la vida.
Desde el futuro. Un lugar siempre hay vacío
de donde qué más fácil que divisar la muerte.
Lamento que mi voz fuera áspera.
Mírense desde las estrellas -gritaba-,
mírense desde las estrellas.
Me oían y bajaban la mirada.
Vivían la vida.
Llenos de miedo.
Condenados.
Desde que nacían en cuerpo de despedida.
Pero había en ellos una húmeda esperanza,
una llama que se alimentaba con su propio parpadeo.
Ellos sabían que era un instante, 
fuera el que fuera
antes de que...
Yo tenía razón. 
Sólo que eso no significa nada.
Y éstas son mis ropas chamuscadas.
Y éstos, mis trastos de profeta.
Y ésta, la mueca de mi rostro.
Un rostro que no sabía que pudiera ser hermoso.

 WYSLAWA SZYMBORSKA

Recogido de MIL AÑOS DE POESÍA EUROPEA. Edición de Francisco Rico (con Rosa Lentini).
Editorial Planeta. Backlist. Traducción de Abel A. Murcia.
***




Blogger Adriana Alba dijo...
que maravilla, admiro a Wyslawa, tomo nota de este poema para guardarlo en mis favoritos.


Besos y regalo querido Mateo.



LAS NUBES



Con la descripción de las nubes

debería darme mucha prisa,

en una milésima de segundo
dejan de ser ésas y empiezan a ser otras.



Es propio de ellas

no repetirse nunca

en formas, matices, posturas y orden.


Sin la carga de ningún recuerdo

se elevan sin problemas sobre los hechos.



¡De qué van a ser testigos!,

en un segundo se disipan en todas direcciones.



Comparada con las nubes

la vida parece tener los pies sobre la tierra,

se diría que es inmutable y prácticamente eterna.


Frente a las nubes

hasta una piedra parece un hermano

en el que se puede confiar
y las nubes, nada, primas lejanas y frívolas.



Que exista la gente si quiere,

y después que se muera uno tras otro,

poco les importa a las nubes
esas cosas
tan extrañas.



Sobre toda Tu vida

y también la mía, aún incompleta,

desfilan pomposas igual que desfilaban.


No tienen la obligación de morir con nosotros.

No necesitan ser vistas para poder pasar.




WS