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sábado, 27 de febrero de 2016

William Blake > El libro de Thel


La imagen la tomé de El espejo Gótico

Lema de Thel

¿Sabe el águila lo que está en en el foso
o irás a preguntárselo al topo?
¿Puede la sabiduría encerrarse en un cetro 
y el amor en un cuenco dorado?

Thel

I

Las hijas de Mne Serafin cuidaban sus soleados rebaños 
con excepción de la más joven que, lívida, buscaba el aire secreto
para desvanecerse como la belleza matutina de su día mortal.
A lo largo del río Adona se oye su delicada voz.
De este modo cae su tierno lamento, semejante al río de la mañana:


"¡Oh vida de esta primavera nuestra ! ¿Por qué se marchita el loto en el agua?
¿Por que se marchitan estos hijos de la primavera, nacidos sólo para reír y caer?
Ah, Thel es como un arco acuoso, como nube que se aleja, 
como imagen en un espejo, como sombra en el agua, 
como el sueño del niño, como la sonrisa en el rostro infantil,
como la voz de la paloma, como el día fugitivo, como la música en el aire.
Ah, dulcemente quisiera tenderme, con dulzura posar mi cabeza
y dulcemente dormir el sueño de la muerte y escuchar dulcemente la voz
de aquel que pasea por el jardín al caer la noche.";

El lirio del valle que respiraba confundiéndose con la modesta hierba
contestó en estos términos a la hermosa doncella: "Soy un hierbajo acuoso y
pequeñísimo, a quién gusta habitar en las tierras bajas.
Tan débil soy, que la dorada mariposa apenas puede posarse sobre mi cabeza.
Empero recibo visitas del cielo: aquel que a todos sonríe
pasea por el valle y cada mañana sobre mí extiende su mano
diciéndome: " Regocíjate, humilde hierba, flor de lirio recién nacida,
gentil doncella de los prados silentes y de los modestos arroyuelos,
pues de luz te habrán de vestir y te alimentarán con el maná de la mañana: hasta que el calor del verano te funda junto a las fuentes y los manantiales
para florecer en eternos valles. ¿Por qué pues habría de lamentarse Thel?
¡Por qué dejaría escapar un suspiro la señora de los valles de Har?
Calló y sonrió entre lágrimas antes de tomar asiento en su altar de plata."

Repuso Thel: "Oh tú, virgencita del tranquilo valle, 
que das a quienes no pueden implorar, a los sin voz, a los exhaustos;
tu aliento nutre al cordero que huele tus prendas lácteas
y cosecha tus flores mientras tú le sonríes a la cara
y limpias en su tierna y mansa boca toda contagiosa mácula.
Tu vino purifica la áurea miel; el aroma
que derramas sobre cada hojita de hierba que apunta
anima a la vaca ordeñada y doma al cordero de flamígero aliento.
Pero Thel es como desfalleciente nube que el sol naciente alumbra:
Me esfumo en mi trono perlado. ¿Quién podrá hallar mi lugar?"

"Pregunta a la tierna nube -reina de los valles-", repuso el lirio
" y te dirá por qué rutila en el cielo de la mañana
y por qué siembra su brillante belleza en el aire húmedo.
Desciende, nubecilla, y ciérnete ante los ojos de Thell"

Bajó la nube; el lirio inclinó su cabeza
y fue a cuidar su numerosa responsabilidad por la hierba verde.

II

 "Oh, nubecilla", dijo la virgen" te conmino a que me digas
por qué no te quejas cuando en una hora te desvaneces:
pasada ésta, te buscamos sin poderte hallar. Ah, Thel se te asemeja:
me voy; y, aunque me lamento, nadie escucha mi voz".

La nube mostró entonces su dorada cabeza y así surgió su refulgente forma,
flotando resplandeciente en el aire ante el rostro de Thel.

         "Oh, Virgen, ¿acaso  ignoras que nuestros corceles beben en los manantiales                                                                                                                     dorados
donde Luvah renueva sus caballos? ¿Has contemplado mi juventud
y temes porque me desvanezco y nadie puede ya verme?
Nada permanece. Oh, doncella, te digo que al morir
me dirijo a una vida decuplicada en amor, paz y sagrados éxtasis.
Invisible desciendo y poso mis ligeras alas sobre las flores aromáticas
y seduzco al rocío de bello mirar para que consigo me lleve a su fulgurante morada.
La llorosa virgen temblorosa se arrodilla ante el sol que se eleva
hasta que nos levantamos, unidas por una cinta de oro, para no separarnos más
y pasear juntas para llevar alimento a nuestras tiernas flores."
"¿Eso haces, nubecilla? Me temo que no soy como tú.
Paseo por los prados de Har oliendo las flores más fragantes,
pero no alimento florecillas; escucho las aves cantoras, 
pero no las nutro: ellas mismas vuelan en busca de sustento.
Sin embargo Thel ya no se deleita con ello, pues se va desvaneciendo.
Y todos dirán: sin utilidad se desarrolló la vida de esta radiante mujer;
¿habrá vivido tan solo para convertirse a su muerte en yantar de gusanos?
La nube se reclinó en su aéreo trono y así repuso:
"Si has de ser alimento de gusanos , oh,virgen de los cielos
¡cúanta será tu utilidad! ¡Qué amplia tu gracia ! Nada de cuanto vive
lo vive solo, ni para sí mismo. Nada temas que llamaré
al débil gusano que en subterráneo lecho yace, para que oigas su voz.
Acude, gusano del silente valle, junto a tu pensativa reina."

El indefenso gusano asomó y fue a detenerse en la hoja del lirio.
La nube refulgente voló para encontrarse con su compañero en el valle.

III

Thel contempló asombrada al gusano en su lecho bañado de rocío.
"¿Gusano eres? Tú, estampa de la fragilidad, ¿sólo eres un gusano?
Te veo como un chiquillo envuelto en la hoja del lirio.
Ah, no llores, vocecilla, que si no puede hablar es capaz de llorar.
¿Es esto un gusano? Te veo inerme y desnudo, llorar
sin que nadie te responda, sin que nadie te reconforte con sonrisa maternal."

El terrón de arcilla escuchó la voz del gusano y alzó su cabeza generosa.
Inclinándose sobre el el lloroso infante su vida exhaló
en lácteo afecto; luego  dirigió a  Thel sus humildes ojos.
"¡Oh, belleza de los valles de Har! No vivimos para nosotros mismos.
Ante ti tienes a la cosa más irrisoria, pues eso soy en realidad;
mi seno está frío de sí mismo y de sí mismo oscuro.

Pero aquel que lo humilde ama, unge mi cabeza 
y me besa, tendiendo sus cintas nupciales en torno a mi pecho
a la par que me dice: "Madre de mis hijos, te he amado
y te he regalado una corona que nadie te podrá arrebatar.
Como es esto, dulce doncella, es algo que ignoro y que averiguar no puedo;
reflexiono y no puedo reflexionar. Sin embargo vivo y amo."
 La hija de la belleza enjugó sus compasivas lágrimas con su velo blanco
diciendo: "Ay, nada sabía de esto y en consecuencia lloraba.
Sabía,sí, que Dios amaba al gusano y que castigaba al pie malvado
si caprichosamente hería su indefenso cuerpo; pero que le regalara
con leche y aceite , lo ignoraba y de ahí mi llanto.
Al aire tibio lanzaba mi queja porque me esfumaba:
tendida en su lecho yerto dejaba mi luminoso reino."

"Reina de los valles" repuso el trozo de arcilla, "he oído tus supiros:
tus lamentos sobrevolaron mis tejados y los llamé para que bajaran.
¿Quieres, oh reina, entrar en mi casa? Dueña eres de penetrar en ella
y de volver. Nada temas. Entra con tus virginales pies."

IV

El formidable guardián de las eternas puertas alzó la barra septentrional.
Entró Thel y contempló los secretos de la ignota tierra;
vio los lechos de los muertos y el lugar donde la fibrosa raíz
de cada corazón terreno hinca su incansable serpentear.
Tierra de pesares y lágrimas, donde jamás se viera una sonrisa.

Erró por el país de las nubes atravesando oscuros valles y escuchando
gemidos y lamentos. A menudo se detenía a la vera de alguna tumba, de rocío bañada.
Permaneció en silencio para oír las voces de la tierra.
Por fin a su propia tumba llegó y cerca de ella sentóse.
Escucho entonces aquella hueca voz del dolor que alentaba en la hueca fosa.

"Por qué es incapaz el oído de permanecer cerrado a su propia destrucción?
y el rutilante ojo al veneno de una sonrisa?
¿Por qué están cargados los párpados de flechas prestas
donde mil guerreros al acecho yacen?
¿Por qué está el ojo cargado de dones y gracias que siembran frutos y monedas de oro?
¿Por qué la lengua se solaza con la miel de todos los vientos?
¿Por qué es el oído un torbellino afanoso que pretende envolver en su seno a toda                                                                                                                        creación?
¿Por qué la nariz se ensancha al inhalar el terror, temblorosa y y espantada?
¿Por qué un suave ondular sobre el muchacho vehemente?
¿Por qué una cortinilla de carne en el lecho de nuestro deseo?"

La virgen dejó su asiento y, lanzando un grito,
Huyó desembarazada hasta llegar a los valles de Har.

Texto tomado de  William Blake > Poesia completa de Ediciones Orbis en la Biblioteca personal de Jorge Luis Borges.

Versión de Pablo Mañe Garzón.

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