Orfeo en el Hades, 162x130, técn. mix.-tela. 2006.
I
Entonces ascendió un árbol. ¡Pura superación!
¡Oh, canta Orfeo! ¡Alto árbol en el oído!
Y calló todo. Pero aún en este callar
surgió un nuevo comienzo, seña y transformación.
Animales de silencio se abrieron paso, salieron
del claro bosque libre, de lechos y guaridas;
y se vio que no era por astucia
por lo que estaban, en ellos, tan callados
sino por escuchar. Rugidos, gritos, bramidos
parecían pequeños en su corazón. Y donde hacía un momento
hubo una choza apenas que recogiera esto,
un refugio del más oscuro deseo,
con una entrada de jambas temblorosas,
tú les creaste un templo en el oído.
IX
Tan sólo aquel que levantó la lira,
incluso entre las sombras,
puede expresar, entre presentimientos,
la alabanza infinita.
Tan sólo aquel que comió con los muertos
la adormidera, la de ellos,
no volverá a perder
el más leve sonido.
Aunque el reflejo del estanque
se desvanezca muchas veces:
sabe la imagen.
Sólo en el reino doble
se volverán las voces
eternas y suaves.
XIII
Manzana en plenitud, pera y banana,
grosella... Todo esto habla
muerte y vida a la boca... Yo presiento...
Leedlo en el rostro de los niños
cuando las saborean. Esto viene de lejos.
¿Se va haciendo inefable en vuestra boca?
Fluyen hallazgos donde habían nombres,
de la pulpa con pasmo liberados.
Osad decir a qué llamáis manzana.
Este dulzor que primero se adensa
y luego, quedo, en sabor se erige,
claro, despierto, transparente se hace,
ambiguo, tierra, sol, cosa de aquí:
¡Oh, saber y sentir, dicha!, ¡qué grande!
Rainer María Rilke- Sonetos a Orfeo
Nuestro amado Rilke!
Gracias Mateo por traerlo.
Tu sugerente y bella pintura me recordó un dìa de otoño tras el cristal de una ventana, hasta ví un pequeño pájaro.
Te dejo un cariñoso saludo y un regalo
Día de otoño
Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.
Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.
No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas.
R.M.R
Para mi Rilke es siempre un reclamo. Estos sonetos los conozco, son bellísimos.
ResponderEliminarTu pintura se hace espíritu, Mateo, y acompañada de Rilke es ya espíritu alado, pura metáfora en ese árbol que alaba lo existente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Laura Uve. A mí también me lo parecen. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Isabel. Cuesta estar al lado de estos gigantes sin parecer atrevido. En todo caso es un reconocimiento a su gran poesía. Un abrazo.
ResponderEliminarNuestro amado Rilke!
ResponderEliminarGracias Mateo por traerlo.
Tu sugerente y bella pintura me recordò un dìa de otoño tras el cristal de una ventana, hasta ví un pequeño pájaro.
Te dejo un cariñoso saludo y un regalo
Día de otoño
Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.
Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.
No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas.
R.M.R
Gracias, Adriana. Aunque no es uno de los Sonetos a Orfeo, incluiré esta hermosa oración en la entrada. Es uno de los poemas del Libro de las Imágenes, según veo.
ResponderEliminarEstá bien tu visión de mi pintura: es abierta y de libre interpretación. Me parece saber donde ves una forma que podría evocar a un pájaro.
Un cariñoso saludo, amiga.
El fruto, último escalón. Un proceso lento y delicado que se nos ofrece generosamente.
ResponderEliminarSólo las almas sensibles saben paladear estas sutilezas.
Un fuerte abrazo, querido Mateo
Sí, Virgi, y la de Rilke era un alma sensible, grande y fuerte a la vez: es por ello que puede presentarnos estos frutos de ese modo tan "sagrado", cada fruto se nos presenta como una auténtica comunión con la vida y con lo que de peculiar en ella ha adquirido. Un abrazo, amiga.
ResponderEliminar