tomad lo que queráis del azul de mar
y de la arena del recuerdo,
tomad todas las fotos que queráis para saber
lo que nunca sabréis:
cómo las piedras de nuestra tierra
construyen el techo del cielo.
Pasajeros entre palabras fugaces:
vosotros tenéis espadas, nosotros sangre,
vosotros tenéis acero y fuego, nosotros carne,
vosotros tenéis otro tanque, nosotros piedras,
vosotros tenéis gases lacrimógenos, nosotros lluvia,
pero el cielo y el aire
son los mismos para todos.
Tomad una porción de nuestra sangre y marchaos,
entrad a la fiesta, cenad, bailad...
luego marchaos
para que nosotros cuidemos las rosas de los mártires
y vivamos como queramos.
Pasajeros entre palabras fugaces:
como polvo amargo, pasad por donde queráis, pero
no paséis entre nosotros cual insectos voladores
porque hemos recogido la cosecha de nuestra tierra.
Tenemos trigo que sembramos y regamos con el rocío de nuestros cuerpos
y tenemos, aquí, lo que no os gusta:
piedras y pudor.
Llevad el pasado, si queréis, al mercado de antigüedades
y devolved el esqueleto a la abubilla
en un plato de porcelana.
Tenemos lo que no os gusta: el futuro
y lo que sembramos en nuestra tierra.
Pasajeros entre palabras fugaces:
amontonad vuestras fantasías en una fosa abandonada y marchaos,
devolded las manecillas del tiempo a la ley del becerro de oro
o al horario musical del revólver
porque aquí tenemos lo que no os gusta. Marchaos.
Y tenemos lo que no os pertenece:
una patria y un pueblo desangrándose,
un país útil para el olvido y para el recuerdo.
Pasajeros entre palabras fugaces:
es hora de que os marchéis.
Asentaos donde queráis, pero no entre nosotros.
Es hora de que os marchéis
a morir donde queráis, pero no entre nosotros
porque tenemos trabajo en nuestra tierra
y aquí tenemos el pasado,
la voz inicial de la vida,
y tenemos el presente y el futuro,
aquí tenemos esta vida y la otra.
Marchaos de nuestra tierra,
de nuestro suelo, de nuestro mar,
de nuestro trigo, de nuestra sal, de nuestras heridas,
de todo... marchaos
de los recuerdos de la memoria,
Pasajeros entre palabras fugaces.
(Del muro de Silvia Cuevas-Morales)
...
Rafeef Ziadah. Poeta Palestina
Escribí este poema cuando estábamos haciendo
una acción directa en mi Universidad. (…)
Estaba sentada en el suelo, cuando ese mamarracho
vino y me dio una patada en la tripa diciendo:
“Merecerías que te violasen antes de tener hijos terroristas”.
Entonces no dije nada, sino que escribí este poema
para ese señorito”:
¡Permíteme que hable en mi legua árabe
antes de que también ocupen mi lengua!
¡Permíteme que hable en mi lengua materna
antes de que también colonicen su memoria!
Soy una mujer árabe de color,
y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo quería era
despertarse al alba y ver a mi abuela rezar de rodillas,
en una aldea escondida entra Yaffa y Haifa.
Mi madre nació bajo un olivo,
en una tierra que, como dicen, ya no es mía.
Pero yo atravesaré sus barreras, sus puestos de control,
sus malditos muros de apartheid, y retornaré a mi patria.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Tú has oído ayer gritar a mi hermana
al dar a luz en uno de sus puestos de control,
con soldados israelíes buscando entre sus piernas
a su próxima amenaza demográfica,
su hijita llamada Yanín
Tú has oído gritar a Amni Mona
tras los barrotes de su prisión mientras gaseaban su celda:
“Estamos volviendo a Palestina!”.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Pero tu me dices que este útero que hay en mi interior
sólo te traerá tu próximo terrorista,
usando barba y blandiendo una pistola, con turbante, y negro como la arena.
Tú me dices que mando a mis hijos a morir,
Pero son vuestros helicópteros y F-16 los que están en nuestro cielo.
¡Vamos a hablar sobre el asunto del terrorismo un segundo!
¿No fue la CIA la que mató a Allende y Lumumba
y quien primero adiestró a Osama?
No fueron mis abuelos quienes corrían como payasos,
con capas y capuchas blancas en la cabeza, linchando a los negros.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
“¿Quién es esa mujer morena gritando en la manifestación?”.
¡Perdón! ¿Es que yo no debería gritar?
He olvidado ser tu siempre orientalista sueño, genio en una botella,
bailarina del vientre, joven de harén, mujer árabe de voz suave
que dice: Sí, señor, no señor.
¡Gracias por los sándwiches de manteca de cacahuete
que deja caer sobre nosotros tu dueño de los F-16!
Sí, mis libertadores están aquí para matar a mis hijos,
y llamarles “daños colaterales”.
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
¡Así que déjame decirte que este útero que hay en mi interior
sólo os traerá un próximo rebelde.
Tendrá una piedra en una mano y una bandera palestina en la otra.
Soy una mujer árabe de color.
¡Cuidado¡¡Cuidado con mi ira…!
(http://www.universalsubtitles.org/es/videos/W20kz7C8G9dU/en/231466/; trad. de C. Mª
Thomas). ...