Antonin Artaud, autor de "Van Gogh: el suicidado de la sociedad".
21/.../ Si yo tuviera la seguridad de esto, sería un trastornado famoso; pero de momento no soy nada famoso; ya lo ves, no tengo la suficiente ambición de esta gloria como para prender fuego a la pólvora. Prefiero esperar la generación que ha de venir, la que hará en el retrato lo que Claude Monet hace en el paisaje, el paisaje rico y atrevido a lo Guy de Mupassant./.../
22 /.../ Te agradezco mucho tu carta, tu billete de 100 francos incluido e igualmente tu giro de 50 francos.
Creo que Gauguin está un poco decepcionado de la buena ciudad de Arlés, de la casita amarilla donde trabajamos y sobre todo de mí.
En efecto, preveo para él, tanto como para mí, dificultades graves que aún hay que superar./.../
23 /.../ Mi querido Theo:
A fin de tranquilizarte completamente a mi respecto, te escribo unas breves frases en el gabinete del interno señor Rey a quien ya conoces. Me quedaré todavía algunos días aquí, en el hospital; después, espero volver muy tranquilamente a mi casa.
Ahora te ruego una sola cosa, que no te inquietes; porque entonces me provocarías una inquietud más.
Hablemos ahora de nuestro Gauguin: ¿lo he asustado? En fin ¿por qué no da señales de vida? Debe haberse ido contigo. Él tenía por otra parte necesidad de volver a París y allí se sentiría más a gusto que aquí. Dile a Gauguin que me escriba y que pienso siempre en él./.../
24 /.../ Según esto, si me rehago, debo recomenzar y no podré alcanzar de nuevo esas cumbres donde la enfermedad me ha imperfectamente arrastrado.
25/.../ Tú sabes que Gauguin, por otra parte, gusta de ellas extraordinariamente. Él me ha dicho, entre otras cosas : “ esto...es...la flor “.
Sabes que Jeannin posee la peonía, que Quost posee la malvarrosa ; pero yo poseo un poco el girasol.
26/.../ Cuando salí con el bueno de Roulin del hospital me figuraba que no había tenido nada; solamente después he tenido la sensación de que había estado enfermo. ¿Qué quieres? ; tengo momentos en que vivo arrebatado por el entusiasmo, o la locura, o la profecía, como un oráculo griego en su trípode.
27/.../ Encuentro a Signac muy sereno, cuando se dice que es tan violento; me parece que posee aplomo y equilibrio, eso es todo. Muy rara vez o nunca he tenido una conversación con un impresionista, que no acabara en desacuerdo o en choques irritantes de ambas partes. También he ido a ver a Jules Dupré, que lo admira.
28/.../ Mi querido amigo Gauguin: Gracias por haberme escrito de nuevo, mi querido amigo y queda tranquilo, que después de mi regreso he pensado en ti todos los días. No me he quedado en París más que tres días y el ruido, etc., parisiense me causaba tan mala impresión que he juzgado prudente para mi cabeza largarme al campo; de no ser así enseguida hubiera corrido a verte. Y me causa un enorme placer eso que dices de que el retrato de la arlesiana, hecho rigurosamente sobre tu dibujo, te ha gustado.
29/.../ Pues bien, mi trabajo; arriesgo mi vida y mi razón destruida a medias –bueno- pero tú no estás entre los marchands de hombres, que yo sepa...
VAN GOGH -CARTAS A THEO-
Van Gogh: el suicidado de la sociedad (Antonin Artaud) Es un texto breve y obligatorio: os dejo un fragmento y dos enlaces donde lo podéis leer -muy recomendable-. http://members.fortunecity.es/lacomunne/docs/literaria/van_gogh.htm
Esta foto es de la IIªedición que Fundamentos publicó en 1977.
Las cosas van mal porque le conciencia enferma tiene el máximo interés, en este momento, en no salir de su enfermedad.
Así es como una sociedad deteriorada inventó la psiquiatría para defenderse de las investigaciones de algunos iluminados superiores cuyas facultades de adivinación le molestaban.
Gerard de Nerval no era loco, pero lo acusaron de serlo con la intención de arrojar descrédito sobre determinadas revelaciones fundamentales que se aprestaba a hacer, y además de acusarlo, una noche lo golpearon en la cabeza -materialmente golpeado en la cabeza- para que perdiera el recuerdo de los hechos monstruosos que iba a revelar y que, por efecto del golpe, pasaron, dentro de él, al plano supranatural; porque toda la sociedad, secretamente confabulada contra su conciencia, era bastante fuerte en ese momento como para hacerle olvidar su realidad.
No, Van Gogh no era loco [3], pero sus cuadros constituían mezclas incendiarias, bombas atómicas, cuyo ángulo de visión, comparado con el de todas las pinturas que hacían furor en la época, hubiera sido capaz de trastornar gravemente el conformismo larval de la burguesía del Segundo Imperio, y de los esbirros de Thiers, de Gambetta, de Félix Faure tanto como los de Napoleón III.
Porque la pintura de Van Gogh no ataca a cierto conformismo de las costumbres, sino al de las instituciones mismas. Y hasta la naturaleza exterior, con sus climas, sus mareas y sus tormentas equinocciales, ya no puede, después del paso de Van Gogh por la tierra, conservar la misma gravitación.
Con mayor motivo en el plano de lo social, las instituciones se disgregan, y la medicina semeja un cadáver inutilizable y descompuesto que declara loco a Van Gogh.
Frente a la lucidez de Van Gogh en acción, la psiquiatría queda reducida a un reducto de gorilas, realmente obsesionados y perseguidos, que sólo disponen, para mitigar los más espantosos estados de angustia y opresión humana, de una ridícula terminología, digno producto de sus cerebros viciados.
En efecto, no hay psiquiatra que no sea un notorio erotómano.
Y no creo que la regla de la erotomanía inveterada de los psiquiatras sea pasible de ninguna excepción.
Conozco uno que se rebeló, hace algunos años, ante la idea de verme acusar en bloque al conjunto de insignes crápulas y embaucadores patentados al que pertenecía.
En lo que me a mí respecta, señor Artaud -me decía- no soy erotómano, y lo desafío a que presente una sola prueba para fundamentar su acusación.
No tengo más que presentarlo a usted mismo, Dr. L..., [4] como prueba;lleva el estigma en la jeta,pedazo de cochino inmundo.
Así es como una sociedad deteriorada inventó la psiquiatría para defenderse de las investigaciones de algunos iluminados superiores cuyas facultades de adivinación le molestaban.
Gerard de Nerval no era loco, pero lo acusaron de serlo con la intención de arrojar descrédito sobre determinadas revelaciones fundamentales que se aprestaba a hacer, y además de acusarlo, una noche lo golpearon en la cabeza -materialmente golpeado en la cabeza- para que perdiera el recuerdo de los hechos monstruosos que iba a revelar y que, por efecto del golpe, pasaron, dentro de él, al plano supranatural; porque toda la sociedad, secretamente confabulada contra su conciencia, era bastante fuerte en ese momento como para hacerle olvidar su realidad.
No, Van Gogh no era loco [3], pero sus cuadros constituían mezclas incendiarias, bombas atómicas, cuyo ángulo de visión, comparado con el de todas las pinturas que hacían furor en la época, hubiera sido capaz de trastornar gravemente el conformismo larval de la burguesía del Segundo Imperio, y de los esbirros de Thiers, de Gambetta, de Félix Faure tanto como los de Napoleón III.
Porque la pintura de Van Gogh no ataca a cierto conformismo de las costumbres, sino al de las instituciones mismas. Y hasta la naturaleza exterior, con sus climas, sus mareas y sus tormentas equinocciales, ya no puede, después del paso de Van Gogh por la tierra, conservar la misma gravitación.
Con mayor motivo en el plano de lo social, las instituciones se disgregan, y la medicina semeja un cadáver inutilizable y descompuesto que declara loco a Van Gogh.
Frente a la lucidez de Van Gogh en acción, la psiquiatría queda reducida a un reducto de gorilas, realmente obsesionados y perseguidos, que sólo disponen, para mitigar los más espantosos estados de angustia y opresión humana, de una ridícula terminología, digno producto de sus cerebros viciados.
En efecto, no hay psiquiatra que no sea un notorio erotómano.
Y no creo que la regla de la erotomanía inveterada de los psiquiatras sea pasible de ninguna excepción.
Conozco uno que se rebeló, hace algunos años, ante la idea de verme acusar en bloque al conjunto de insignes crápulas y embaucadores patentados al que pertenecía.
En lo que me a mí respecta, señor Artaud -me decía- no soy erotómano, y lo desafío a que presente una sola prueba para fundamentar su acusación.
No tengo más que presentarlo a usted mismo, Dr. L..., [4] como prueba;lleva el estigma en la jeta,pedazo de cochino inmundo.
6 comentarios:
Siempre me conmueve la historia de Van Gogh, su biografía.
Qué injusto es el mundo, Mateo, qué injusto. Su época lo obvió y, ahora, rompe apuestas y sus obras alcanzan cifras millonarias. En casos así, me gustaría ser creyente, para pensar que desde algún lado observa la marcha de los siglos y asiste alborozado a su universalidad.
Gracias siempre por traernos su vida y su obra.
Gracias, Isabel. Es el precio de la honestidad y la sinceridad. La exclusión de la sociedad a quién no quiere corromperse es inevitable. Este mundo es para los listos, no para los genios puros. Un abrazo. Artaud lo entiende bien.
Es quizá esa astucia, que minuciosamente utilizaron los imperativos de una burguesía cerrada para hacernos detestar su genialidad, la misma que provocó su ascenso con un dispositivo complejo de estrategias entre el saber y el poder. Al incitarnos, desplegaron nuestras habilidades para extraer la belleza y el asombro, descubrimos su genio al tiempo que la incomprensión y la hostilidad de quienes someten al diferente.
Un abrazo
Creo, Gaya, que la esencia del artista es la diferencia, la excepcionalidad.
Lo sorprendente sería la aceptación inmediata de su visión: en realidad eso significaría una proximidad con el gusto medio que pondría en cuestión la originalidad de ese artista. El Arte no es como quieren muchos un paisaje apacible para facilitar la buena digestión del acomodado -utilizo la palabra en un sentido amplio- sino una aventura para el espíritu inquieto que desea moverse. Es por ello que algunas personas y clases lo odian, aunque lo compren. Un abrazo, amiga.
¿Te imaginas la perplejidad de Van Gogh si pudiera volver a este mundo y ver dónde están sus cuadros y los ríos de tinta que se han escrito sobre él?
Qué cosas, qué absurda broma puede ser a veces nuestra existencia. Aun así, él tuvo suerte, es inmortal.
Magníficas estas entradas que nos regalas sobre la vida de este genio y sus cartas a Theo, son una joya.
Un abrazo, amigo Mateo.
Su obra es inmortal, Mercedes -si lo es-. el murió de mala manera a causa de la incomprensión y el rechazo. Su obra convulsa y llena de fuerza y vida es un gran hallazgo para muchos, pero sospecho que muchos de los que se lucran y trafican con ella no la han entendido en absoluto. Un abrazo, amiga.
Publicar un comentario