II
Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos
y ahonden surcos en tu prado hermoso,
tu juventud, altiva vestidura,
será un andrajo que no mira nadie.
Y si por tu belleza preguntaran,
tesoro de tu tiempo apasionado,
decir que yace en tus sumidos ojos
dará motivo a escarnios o falsías.
¡Cuanto más te alabaran en su empleo
si respondieras: "Este grácil hijo
mi deuda salda y mi vejez excusa",
pues su beldad sería tu legado!
Pudieras, renaciendo en la vejez,
ver cálida tu sangre que se enfría.
***
Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos
y ahonden surcos en tu prado hermoso,
tu juventud, altiva vestidura,
será un andrajo que no mira nadie.
Y si por tu belleza preguntaran,
tesoro de tu tiempo apasionado,
decir que yace en tus sumidos ojos
dará motivo a escarnios o falsías.
¡Cuanto más te alabaran en su empleo
si respondieras: "Este grácil hijo
mi deuda salda y mi vejez excusa",
pues su beldad sería tu legado!
Pudieras, renaciendo en la vejez,
ver cálida tu sangre que se enfría.
***
XXIII
Como actor vacilante en el proscenio
que temeroso su papel confunde,
o como el poseído por la ira
que desfallece por su propio exceso,
así yo, desconfiando de mí mismo,
callo en la ceremonia enamorada,
y se diría que mi amor decae
cuando lo agobia la amorosa fuerza.
Deja que la elocuencia de mis libros,
sin voz, transmita el habla de mi pecho
que pide amor y busca recompensa,
más que otra lengua de expresivo alcance.
Del mudo amor aprende a leer lo escrito,
que oír con ojos es amante astucia.
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Como actor vacilante en el proscenio
que temeroso su papel confunde,
o como el poseído por la ira
que desfallece por su propio exceso,
así yo, desconfiando de mí mismo,
callo en la ceremonia enamorada,
y se diría que mi amor decae
cuando lo agobia la amorosa fuerza.
Deja que la elocuencia de mis libros,
sin voz, transmita el habla de mi pecho
que pide amor y busca recompensa,
más que otra lengua de expresivo alcance.
Del mudo amor aprende a leer lo escrito,
que oír con ojos es amante astucia.
***
XXXIII
He visto a la mañana en plena gloria
los picos halagar con su mirada
besar con sus oro las praderas verdes
y dorar con su alquimia arroyos pálidos;
y luego permitir el paso oscuro
de fieros nubarrones por su rostro,
y ocultarlo a la tierra abandonada
huyendo hacia occidente sin ventura.
Así brilló mi sol, un día, el alba,
sobre mi frente, con triunfal belleza;
una hora no más lo he poseído
y hoy me lo esconden las aéreas nubes.
No desdeñes mi amor: si el sol del cielo
se eclipsa, han de velarse los del mundo.
***
Colección Visor de Poesía ( Versión de Manuel Mujica Lainez).
Para los que tengáis la suerte de poder leer en Inglés, aquí están todos los sonetos de Shakespeare.
Para los que tengáis la suerte de poder leer en Inglés, aquí están todos los sonetos de Shakespeare.
6 comentarios:
Maravillosos. Delicados y apasionados al tiempo.
Un abrazo!
que hermosura!
Gracias querido amigo por compartirlos.
Besos muchos.
Cierto, U-topía. En estos casos es cuando lamento mi ignorancia del Inglés. Gracias por tu visita. Un abrazo, Laura.
Gracias a ti Adriana por estar aquí y por tus besos. Más para ti.
No escribe mal este tipo... ¿Sabes si dará algún recital en Madrid próximamente?
Abrazos, siempre
Pues creo que tiene una cosa pero sin confirmar, Amando. Enhorabuena, hoy he leído que te habían dado otro premio. Un abrazo.
No escribía mal del todo...lástima que yo sólo puedo leer la versión al español que en esto de la poesía siempre es otra cosa aunque se parezca...
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