A pesar del título del libro, se da la circunstancia de que los tres fragmentos que elegí son de la parte de las cartas que Rilke escribe en alemán.
(...) Estas cartas revelan la dependencia en que se hallaba el "espacio interior" de Rilke con respecto al "lugar", y la ascesis necesaria para el estado de "pasividad" que quería alcanzar frente al influjo de esas fuerzas que no consideraba de su incumbencia. Al sobrevenir el encuentro con Merline, se crea una situación ambigua. ¿Va a entrar en contradicción el estado de apasionamiento a que se ve arrastrado con la pasividad que busca? ¿Le sustraerá esta aventura al influjo que "espera", o será precisamente a través del encuentro con otro ser como volverán a manifestarse aquellas influencias? Le vemos desgarrado entre la necesidad de comunicarse y el temor de que esta comunicación degenere en un mero intercambio de tipo íntimo, cuando de lo que se trataría es de guardar silencio y de mantenerse a la escucha. Más tarde consigue hacer participar a su amiga de la experiencia que está tomando cuerpo en él e implicarla en la búsqueda de esa imprescindible soledad. La estancia en el castillo de Berg supondría un esbozo de ese proceso. La estancia en el castillo de Muzot provocará la coincidencia del aislamiento con la "Bereischaft", del lugar con el estado de ánimo. Sera allí, efectivamente, donde las "influencias", con virulencia casi destructiva, emprendan el asalto final que acarrearía la resolución victoriosa: las Elegías del Duíno. (...)
(Fragmento de la introducción a la edición francesa)
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(...) Durante los años de guerra (en 1915 Klee me trajo 60 composiciones suyas en color y tuve ocasión de tenerlas en casa durante meses: me atraían y ocupaban mi atención de diversas maneras en la medida en que la influencia de Kairuan, lugar que conozco, todavía era reconocible en ellas), durante esos años de guerra me pareció experimentar a veces esa impresión de la desaparición del objeto (porque es una cuestión de fe querer aceptar, en la medida que sea, uno de esos objetos y querer aspirar por añadidura a expresarnos a través de él: los seres humanos rotos, mutilados, se representan, en el mejor de los casos, por medio de fragmentos de añicos). Hay que tener una obstinación de burgués (y Hausenstein es uno de ellos) para afirmar que ya no existe; yo, partiendo de tus clavellinas, soy capaz de volver a empezar de nuevo; no hay nada que realmente me impida encontrar intactas e inagotables todas las cosas; ¿a dónde iría el arte a buscar arranque si no fuera por esta alegría y esta tensión de comienzo infinito? (...)
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(...) A pesar de la impaciencia por reunirme contigo, a pesar de mi nostalgia...Veo y sé de sobra lo que ahora está en juego para mí, lo siento todos los días. Esta aspiración a lanzarme a espacios abiertos, hacia ti, hacia ti que te presentas como esas transparencias en el azul del cielo que se abren a un más allá de todo lo experimentado, esa aspiración a salir, por supuesto que es legítima, querida; pero no deja , mientras dura, de quedarse en "tentación"; es la tentación misma y no se puede de ningún modo sucumbir a ella cuando ha llegado el momento de entregarnos por entero a las realizaciones y a las tareas supremas. Ya ves que no puedo engañarme (¡y bien que me gustaría!); mi mirada interior es de una lucidez indescriptible, incluso cuando mi sentimiento propaga sus vibraciones a todas las cosas, mi mirada atisba aún otro contorno más allá, ¡un contorno, ay, tan puro!
Sé que desde que he vuelto tengo que empezar desde el principio mi propia puesta en orden y (ensayar) mi más interna recuperación, igual que en el pasado Noviembre. (...)
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(...) De ahora en adelante, déjame, amiga, ordenar mi vida y ponerla en claro en el transcurso de los próximos meses, del tiempo que me sea dado habitar en este refugio. (¡No podría subsistir en el seno de este trastorno, que ya son años lo que va durando!) Es eso precisamente lo que me importa, no las Elegías ni cualquier otro tipo de productividad. ¡Yo no soy un "autor" que "fabrica" libros!
Hasta las Elegías (o lo que quiera que un día me pueda ser concedido) no eran más que el resultado de una disposición y un progreso interiores, de un hacerse más pura y más amplia toda mi naturaleza trabada y conturbada. Por eso, cuando hace poco me hablaste de las Elegías como de un "trabajo", me causó horror, tanto que me vi obligado a llamarte al orden. ( ¡Por favor, perdóname!) (...)
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Fragmentos entresacados de la edición de las Cartas francesas a Merline publicada en Alianza Tres por Alianza Editorial en versión de Carmen Martin Gaite.
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