(...) En verdad, ni el Caos, ni el Orco, ni Saturno, ni Japeto, ni ningún otro de esa casta de pútridos y malolientes dioses fue mi padre, sino Plutón, dios supremo, mal que le pese a Hesiodo, Homero o al mismo Júpiter, padre de dioses y hombres. Un único gesto suyo y, hoy como ayer, todas las cosas enloquecen, sean sagradas o profanas, en sus mismos cimientos. Impera sobre la guerra, la paz , los imperios, los consejos, la justicia, las elecciones, los pactos, las alianzas, las leyes, las artes, lo cómico, lo serio...ay!, me ahogo!...en suma, todo negocio de los hombres, sea éste público o privado. Sin su ayuda , el pueblo entero de esos númenes de que hablan los poeticastros, digo más, ni siquiera los dioses mayores, existirían, o no podrían comer caliente. Ni Palas podría salvar a aquel que lo hubiese irritado. Sin embargo, sería capaz aquel a quien es propicio de mandar a la horca al mismo Júpiter con toda su parafernalia de rayos. Éste es el padre de quien me siento orgullosa. Este es quien me engendró de Hebe -la más bella y alegre de las ninfas- y no de la cabeza como engendro Júpiter a la tétrica y ceñuda Minerva. Yo no vine al mundo como fruto del triste deber conyugal, como aquel herrero cojo, sino, cosa más dulce, mediante el comercio amoroso, que diría nuestro Homero (...)"
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Carmela dijo...
El símbolo del barco ya había sido utilizado anteriormente, por ejemplo en el poema alegórico del siglo XIV de Guillermo de Deguilleville titulado El peregrinaje de la vida del hombre, en el que la nave es la Iglesia, tripulada por clérigos y prelados, que conduce al hombre por el mundo. El poema de Brant se basa en el ciclo de los Argonautas, que se había vuelto a poner de moda, junto al resto de temas mitológicos, a comienzos del Renacimiento. Supondría una inversión del tema, puesto que el tratamiento que hace Brant es satírico. Cada uno de los tripulantes de la nave de Brant encarna uno de los vicios de la sociedad, de tal forma que la obra sirve para denunciar la condición mundana del ser humano.
El Narrenschiff de Brant juega una vez más con la polisemia de este término, como todas las obras de la época. De hecho, este poema influyó profundamente en Erasmo de Roterdam en la elaboración de sus Adagios y del Elogio de la locura. Influye en el Elogio de la locura hasta tal punto que Erasmo toma del Narrenshiff la estructura narrativa que convierte no al autor en el narrador sino a la propia Locura alegorizada. En el Narrenschiff como en el Elogio de la locura este personaje realiza su propio panegírico, consiguiendo hacer una sátira social de sus contemporáneos.
Aporto la interpretación que te mencionaba.
Abrazos.
En un plano simbólico el navío puede significar el peregrinaje de los locos en busca de la razón, y su purificación a través del agua por la que navegan, ya que todo viaje y toda búsqueda suponen una purificación y un paso más hacia la perfección. Pero detrás de toda esta simbología los locos tal vez podían ser arrojados por la borda, consiguiendo así eliminar aquello que resulta amenazador o ridículo para la sociedad. Se nos revela así otro método cruel y despreciable de limpieza de la locura.
Algunos años después de que Brant escribiera su poema, el Bosco realizó su obra titulada La nave de los locos. El Bosco conoció el poema de Brant, pero no tuvo por qué basarse necesariamente en él, ya que la simbología estaba muy difundida en la época.
Fin
014, 21:23
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Carmela dijo...